Bienvenido a Ágrafa. Si usted ha llegado hasta aquí siguiendo la recomendación de algún conocido, elévelo inmediatamente a la condición de amigo. Si fue por un amigo, vaya en este mismo momento en su busca y ponga a sus pies un Potosí, pues pocas veces le habrán aconsejado tan bien. Si ha llegado hasta aquí siguiendo las señales, uniendo pistas o guiado por una cadena de conexiones aparentemente casuales, dé las gracias a su destino, porque los hados están con usted; los hados, por supuesto, al igual que las musas, son naturales de Ágrafa. Si, por último, ha venido hasta esta ciudad pensando que le será fácil salir de sus términos, de su bien tejido laberinto, que no le afectará el delirio de sus habitantes, que no le aventará su viento ni se extraviará en sus calles… ¡Adelante! ¡Pase! Pase por aquí sin recelo, no hay nada que temer.

Como puede comprobar en el mapa de la derecha, en Ágrafa hay un Circo Mundial, una máquina trituradora de sueños, piedras disipadoras de dudas y todo tipo de criaturas y animales asombrosos. Pasee y déjese calentar por el sol en el parque paradójico y descuide, no tiene de qué preocuparse. Visite su Iglesia, ninguna imagen de sus altares, ninguno de sus santos, tiene por qué resultarle más inquietante que los de cualquier otro recinto sagrado. Viaje en metro o dese una vuelta por el centro y conozca la Calle Arco Iris, la Calle Lunga, la Calle Suspiro, la Plaza Raíz de Dos o la Sala Ensueño. Si, tal y como creemos, usted ha sido bendecido por los hados y no tiene una suerte regular, más tarde o más temprano acabará topándose con el banquero Kaiser, con el decano Grutón o con el gubernativo Bandius, las fuerzas vivas de Ágrafa, o también con el Sr. Ri Sueño, con el Señor A., el extranjero, con Rebundio Pezuña, Doña Himpla Pelusín, el Señor Estuplo, Marcelo Q., Aurora G., María de los Dolores Angustiosos

Más abajo encontrará además la lista de mentes pensantes que —a modo de cabezas monolíticas esculpidas en piedra y ocultas bajo los cimientos de Ágrafa— han imaginado todo lo que existe y emerge en la superficie. ¿Será usted de los que prefiere leer por separado lo que cada una de ellas sueña?

Bienvenido pues a Ágrafa, la tierra donde florece la rara especie del microrrelato.