Exigencias

Mi señora ayer no volvió a dormir. La llamé reiteradas veces a su celular pero lo encontré apagado cada vez. Mi suegra nada sabía de su paradero. Tampoco sus amigas. Desesperado y malhumorado intenté conciliar el sueño, pero no pude pegar un ojo en toda la noche. En cuanto mi señora cruzó la puerta de calle esta mañana, hecho una furia, le exigí que me detallara la razón por la cual abandonó el lecho matrimonial durante tantas horas.
—¿Por qué están los platos que usaste en la cena sin fregar? —me preguntó ella con los brazos en jarra y, así, di por concluidas todas mis exigencias.


¿Quieres leer otra historia al azar?

No hay comentarios :

Publicar un comentario