Fe

La campana de la iglesia se fue ayer de vacaciones. No dijo donde iba, ni tampoco con quien. Tan solo se dejó caer sin apenas equipaje y desapareció entre las sombras de la calle del Silencio. Algunos la echaron de menos en la monótona mañana, otros ni tan siquiera notaron su ausencia. Y es que la campana llevaba toda una vida alegrando días e inviernos. Las beatas se persignan cuando miran hacia la torre vacía y murmuran entre dientes si milagro o castigo. El párroco ha empezado a rezar todos los días por esa campana perdida. Por su alma y porque encuentre el buen camino. En los cepillos de las esquinas de piedra ya se recogen limosnas para ocupar el hueco abandonado. El señor obispo cree que no es recomendable dejar en el olvido la llamada a la Fe.


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1 comentario :

  1. Sonido bello si lo hay, el tañir de las campanas,mantras envolventes salen de su boca.
    Hermoso texto!!
    Amapola

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