La suerte regular

La suerte regular es pícara y muy escurridiza. Se esconde en todos los rincones verosímiles de la ciudad. Bajo las tranquilas alcantarillas, dentro de las tuberías que culebrean en las paredes de los edificios e incluso sobre las traviesas grietas de la acera. Acecha sin prisa esperando hacer acto de presencia en el momento más inesperado. Aparece rápido y se esfuma en segundos, en cuanto presiente que la pueden atrapar. Entre otros juegos, es experta en zancadillas invisibles, traspiés sin sentido y toques inofensivos en las espinillas. Puede estar acechando al doblar cualquier esquina, dispuesta a pisar los cordones de los zapatos a los incautos despistados. Sus víctimas nunca han sufrido dolores importantes o molestias persistentes. Con la suerte regular todo se acaba con un sustillo sin apenas consecuencias. Algo que pudo llegar a más, pero que siempre se queda en nada.


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