Piropos

Hay que ver lo que les levanto la autoestima a las mujeres de Ágrafa. Desde que a la portera de mi edificio le digo cada mañana «¡vos sí que tenés el escobillón más lindo del barrio!» se la ve radiante. Otras veces le susurro en la escalera mientras ella, afanosa, pasa la fregona «me gustaría ser agua sucia para estar en tu palangana». A la verdulera le van más otra clase de piropos. «Nada más grato para mis ojos que tus frutillas maduras» es uno que la deja loca, y siempre se sonroja cuando le digo con mi tono más seductor «con tus duraznos me haría un flor de licuado». Desde que soy asiduo del mercado la pescadera parece diez años menor, si al final va a resultar que mis piropos son la mejor crema para las patas de gallo. «Nadie le saca las espinas a mi lubina con tanto glamour», le dije cuando la conocí y la pescadera se puso a temblar de emoción. 
Pero no todo son ventajas. El otro día el policía de la esquina, un envidioso nato, me dijo que esto se tiene que acabar, que no puedo tener a las agrafenses así de convulsionadas y que es ilegal el no dejarle nada al resto de la comunidad masculina. «Usted no puede prohibir mis encantos», le espeté desafiante. «Si usted no se abstiene de piropear lo voy a multar», me respondió. Y que me multe, que saque su libreta y me multe, porque al ver a la maestra salir de la escuela no pude evitar decirle «me gustaría ser pizarrón para comerme tu tiza».


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5 comentarios :

  1. Excelente texto!! Muy divertido,ágil,imaginativo.
    Qué buena idea éste blog, me parece original,me encanta el delirio poético.
    Amapola

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Los piropos son música para los oídos para cualquier mujer,bueno,los groseros no tanto,pero igualmente da cuenta que te registraron. Y que sigan!!!!
    Talina

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  4. Muy buen blog.Te seguiré leyendo,me atrapaste sin más.Hace falta otro piropo??
    Osmara

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