Un pobre ser transparente

El extraño espécimen que está disecado en el animalario lo pescaron hace tiempo en el lago Cuenco. No parecía un pez. Era como una babosa grande, pero tan transparente que se le veían todas las tripas. Desde el principio se dieron cuenta de su inteligencia porque preguntó, nada más salir, que por qué demonios le habían sacado de su hábitat. Era simpático y todos le empezaron a estimar. Lo trasladaron al gran acuario y allí respondía con exactitud a cualquier cuestión sobre las grandes dudas. Todo iba bien hasta que una mañana el incauto bicho apareció muerto en  circunstancias extrañas. Fue poco después de aquel día en el que, al escuchar al gubernativo Bandius que allí proclamaba sus logros en apretado mitin, exclamó: No, eso es todo falso. Estás mintiendo.


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