Las leyes de la física

En su escalada frenética el ejecutivo había trepado tan rápido que había dejado atrás a todo el mundo, por eso al pegar el traspié no había nadie a quien agarrarse. La azotea del rascacielos de oro y cristal rayaba tan alto, tan fuera de alcance, que a pesar de que el ejecutivo aún sigue cayendo, nadie escucha su grito.


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