Marcelo Q. y la ética laboral

Recién ha perdido su empleo, así que Marcelo Q. decide ofrecerse en los semáforos para limpiar parabrisas. Cuando al fin encuentra uno libre y se instala, un todoterreno reluciente se detiene y baja la ventanilla. El conductor le tiende una moneda sin dejar de parlotear con su teléfono móvil. Marcelo Q., educadamente, rechaza el dinero y le aclara al hombre que, si tan sólo le hubiera mirado un instante, habría reparado en que él limpia cristales, y no conciencias.


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